La Familia

La parroquia nació en el año internacional de la familia y por ello tiene como consigna primordial la atención a los hogares.

«La familia es el espacio más natural y privilegiado para el amor y para la vida.
En la familia, los esposos manifiestan su ternura y donación, aprenden a crecer en amistad y armonía los padres, los hijos, los abuelos… Allí se aprende a servir y ayudar a los necesitados, pobres, enfermos, ancianos. En la familia cristiana de modo especial se aprende a conocer y a tratar a Dios como Padre… Allí se vive la proximidad de nuestra Madre, la Virgen María.

Como Pastores de la Iglesia queremos acompañar con nuestro corazón a cuantas familias están atravesando dificultades.

Nos apena cada familia que se rompe; pero, a pesar de todo, hemos de seguir creyendo y profesando que el matrimonio es indisoluble, es una opción para siempre que, con la ayuda de Dios, hay que mantener y apoyar.

Esta es mi consigna para vuestra parroquia: Que desde aquí se defienda siempre el valor humano y cristiano del matrimonio y de la vida en familia. Que en todo momento os comprometáis a potenciar la Pastoral Familiar en todos sus procesos: en la preparación del Matrimonio, en la celebración sacramental y en la familia ya constituida. Y que estéis atentos a la problemática de los matrimonios que se encuentran en situaciones difíciles, por razones económicas, por enfrentamiento entre sus miembros, o por cualquier causa que pueda conducir a la ruptura».

(Homilía de bendición del Templo Parroquial).

La Sagrada Familia: Jesús, María y José
Domingo dentro de la Octava de Navidad

PRIMERA LECTURA
El que teme al Señor honra a sus padres

Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2-6. 12-14.

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.

El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado;  el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.

Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.

La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Sal 127, 1-2. 3. 4-5 (R.: cf. 1)

R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos..

Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

SEGUNDA LECTURA
La vida de familia vivida en el Señor

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-21

Hermanos:

Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad,   humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un  solo cuerpo. y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.

Aleluya Col 3, 15a. 16a

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón;
la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.

EVANGELIO

Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
– «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
– « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.

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«La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz.»
– Madre Teresa de Calcuta –

ORACIÓN DE LA MADRE TERESA

Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de Nazaret.

Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret, donde reine amor, la paz y la alegría. Que sea profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría.

Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de dolor.

Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia especialmente en los momentos de angustia.

Haz que el corazón de Jesús Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa.

Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios nos ama a cada uno de nosotros y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas como Tú perdonas nuestros pecados.

Ayúdanos, oh Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa.

Inmaculado Corazón de Maria, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

Santos Ángeles de la Guarda permaneced a nuestro lado, guiadnos y protegednos.
Amén

Catecismo de la Iglesia católica

N:1655 Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la «familia de Dios». Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, «con toda su casa», habían llegado a ser creyentes (Cf. Ch 18, 8). Cuando se convertían deseaban también que se salvase «toda su casa» (Cf. Ch 16, 31 y 11, 14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no creyente.

N:1657 Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, «en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras» (LG 10). El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y «escuela del más rico humanismo» (GIS 52, 1). Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de su vida.

N:1656 En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, «Ecclesia domestica» (LG 11; Cf. FC 21). En el seno de la familia, «los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada» (LG 11).

N:1604 Dios que ha creado al hombre por amor lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humo . Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Cf. Gn 1, 27), que es Amor (Cf. 1 Jn 4, 8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (Cf. Gn 1, 31). Y éste amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: ‘Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla»‘ (Gen 1, 28).

N:1605 La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: «No es bueno que el hombre esté solo». La mujer, «carne de su carne», es decir, su otra mitad, su igual, la criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como una «auxilio», representando así a Dios que es nuestro «auxilio» (Cf. Sal 121, 2). «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne» (Gen 2, 1825). Que esto significa una unión indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando cuál fue «en el principio», el plan del Creador: «De manera que ya no son dos sino una sola carne» (Mt 19, 6).

N:1603 «La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada. por el Creador y provista de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio un vínculo sagrado no depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio» (GS 48, 1)La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del Nombre y de la mujer, según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente humana a pesar de las umbrosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos un las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades no deben hacer olvidar sus rasgos comunes permanentes. A pesar de que la dignidad de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (Cf. GS 47, 2), existe en todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. «La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar» (GS 47, 1).